viernes, agosto 25, 2006

Espantapajaros. Girondo

Espantapájaros

No se, me importa un pito que las mujeres tengan los
senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de
durazno o de papel de lija. Le doy una importancia
igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento
afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy
perfectamente capaz de soportarles una nariz que
sacaría el primer premio en una exposición dezanahorias;
¡pero eso si! - y en esto soy irreductible-no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan
volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que
pretenden seducirme! Está fue - y no otra-
la razón deque me enamorase, tan locamente, de María Luisa.
¿Queme importaban sus labios por entregas y sus encelos
sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de
palmípedo y sus miradas de pronostico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecervolaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor ala despensa. Volando me preparaba el baño,
la camisa.Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Conqué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de
algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido
entre las nubes, un puntito rosado. " ¡María Luisa!¡
María Luisa!...y a los pocos segundos, ya me abrazaba
con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, acualquier parte.
Durante kilómetros de silencioplaneábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
comodos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hojamuerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Que
delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos
haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que
voluptuosidad la de pasarse los días entre las
nubes...la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede
brindarnos alguna clase de atractivos una mujerterrestre?
¿ Verdad que no hay una diferencia
sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que
tenga las nalgas a setenta y ocho centimetros del
suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la
seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que
ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera
imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

Espantapájaros . Girondo

Espantapájaros

No se, me importa un pito que las mujeres tengan los
senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de
durazno o de papel de lija. Le doy una importancia
igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento
afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy
perfectamente capaz de soportarles una nariz que
sacaría el primer premio en una exposición de
zanahorias; ¡pero eso si! - y en esto soy irreductible-
no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan
volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que
pretenden seducirme! Está fue - y no otra- la razón de
que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.
¿Queme importaban sus labios por entregas y sus encelos
sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de
palmípedo y sus miradas de pronostico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer
volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a
la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Conqué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de
algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido
entre las nubes, un puntito rosado. "
¡María Luisa!¡María Luisa!...y a los pocos segundos,
ya me abrazabacon sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, acualquier parte. Durante kilómetros de silencio
planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
comodos ángeles, y de repente, en tirabuzón,
en hojamuerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Quedelicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos
haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que
voluptuosidad la de pasarse los días entre lasnubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer a una mujer etérea,
¿puedebrindarnos alguna clase de atractivos una mujerterrestre?
¿ Verdad que no hay una diferencia
sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que
tenga las nalgas a setenta y ocho centimetros del
suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la
seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que
ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera
imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

martes, agosto 22, 2006

Carta a usted Señora:
Según dicen ya tiene usted otro amante.
Lástima que la prisa nunca sea elegante.
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,
se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.
Y me parece injusto discutirle el derecho
de compartir sus penas sus goces y su lecho
pero el amor señora cuando llega el olvido
también tiene el derecho de un final distinguido.
Perdón... Si es que la hiere mi reproche... Perdón
aunque sé que la herida no es en el corazón
Y para perdonarme... Piense si hay más despecho
que en lo que yo le digo, que en lo que usted ha hecho.
Pues sepa que una dama con la espalda desnuda
sin luto en una fiesta, puede ser una viuda.
Pero no como tantas de un difunto señor
sino para ella sola, viuda de un gran amor.
Y nuestro amor recuerdo, fue un amor diferente
al menos al principio, ya no, naturalmente.
Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,
que según quien lo mire será hermoso o vulgar.
Usted será la flor que según quien la corta,
es algo que no muere o algo que no importa.
O acaso cierta noche de amor y de locura
yo vivía un ensueño y... y usted una aventura.
Si... usted juró cien veces ser para siempre mía
yo besaba sus labios pero no lo creía.
Usted sabe y perdóneme que en ese juramento
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante
a quien quizás le jure lo mismo en este instante.
Y como usted señora ya aprendió a ser infiel
a mí así de repente me da pena por él.
Sí es cierto... alguna noche su puerta estuvo abierta
y yo en otra ventana me olvidé de su puerta
O una tarde de lluvia se iluminó mi vida
mirándome en los ojos de una desconocida.
Y también es posible que mi amor indolente
desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.
Sin embargo señora... Yo con sed o sin sed
nunca pensaba en otra... si la besaba a usted.
Perdóneme de nuevo si le digo estas cosas
pero ni los rosales dan solamente rosas.
Y no digo estas cosas por usted ni por mí
sino por... por los amores que terminan así.
Pero vea señora... que diferencia había
entre usted que lloraba... y yo que sonreía.
Pues nuestro amor concluye con finales diversos
usted besando a otro... Yo escribiendo estos versos

lunes, agosto 07, 2006

05-may-2003, 08:04
.......Sentí cambiar varias veces,
muy bajito, sin quererlo,
tus suspiros apagados
en gemidos y lamentos,
que me hicieron recordar.
Ya no quisimos seguir
esperando por mas tiempo.
La cama, testigo mudo
de nuestro primer encuentro,
estaba allí, a nuestro lado,
nos invitaba en silencio
a seguir jugando en ella,
hasta el final nuestros juegos.
Y allí siguió la batalla de amor,
caricias y besos.
Nuestras bocas no cesaban
de recorrer nuestros cuerpos.
Aquí un besito muy leve,
allí un mordisquito tierno,
Mas allá solo la lengua
se deslizaba en silencio.

Las manos también sabían
hacer un trabajo bueno.
De las mías, solo una
se concentraba en tu sexo,
y mis dedos
con el porte de huéspedes altaneros,
de intrépidos caminantes,
de ladrones al acecho,
exploraban incansables,

cada rincón,
cada vía cada hueco,
y cada estrecho.
Mi otra mano, más viajera,
no dejaba cabo suelto.
Era lenta pero firme,
y buscaba con denuedo,
la perfección de tu rostro
el brillo de tus cabellos,
la belleza de tus hombros,
de tus muslos y trasero.

¡ todo tu cuerpo era suyo...
y tu cuerpo quería serlo¡
Mi boca, ponía a prueba
la firmeza de tus pechos.
En su lento caminar,
no recuerdo en que momento,
Pasó muy cerca de el sitio,

donde jugaban mis dedos.
No sé sí los ocupantes,
salieron por un momento,
o que al sentir a su lado
la calidez de mi aliento,
tus muslos se relajaron
mostrando aun más su secreto,
y en mis pupilas sedientas
como si fueran espejos,
reflejaron el paisaje
de montes, valles y huertos.
¡ Pude entonces comprender
con un criterio mas cierto
porque a ese pequeño monte
le llaman Monte de Venus ¡
No me quise resistir
y no fue en vano el intento,
y mi boca enardecida,
bebió sedienta su beso.
Ya nunca podré olvidar,
la hermosura del encuentro,
el sabor de tus entrañas,
el olor a miel y almendro
tus gemidos de mujer,
tus lamentos
¡ Ay me muero ¡
Tu hasta entonces reservada,
sin parte activa en el juego.
Yo era como el huracán
Y tu viento del desierto.
Pero de pronto cambiaste,
Y sin un aviso previo,
comenzaste a liberar
con la fuerza de un poseso
las telas que nos cubrían,
desnudando nuestros cuerpos.
Hebillas y cinturones,
botones, broches molestos,
encajes y cremalleras,
camisetas y pañuelos...
¡ todo me estorba mi amor
solo tu, yo y el silencio¡
Y nuestras ropas quedaron
en un desorden completo,
esparcidas por la cama,
por los muebles, por el suelo...
También quisiste sacar,
tu espíritu aventurero,
también tu boca y tus manos
disfrutaron del momento.
También jugaron allí
donde yo sentía fuego
También besaron allí,
mordisquearon y lamieron.
Y no quisimos seguir.
Al grito ¡te quiero dentro!
pague tributo de hombría,
jadeando y embistiendo
y abriéndote las mil fuentes,
que tu ya me habías abierto.
Se mezclaron nuestros jugos.
Se abrazaron nuestros cuerpos.
Se juntaron nuestros labios,
Y entro en la alcoba el silencio.


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